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Opinión

Reflexión de un extrabajador de los Medios Públicos.

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Fue un día de miércoles… Un 12 de julio, hace tres años. Apenas un mes después de reunirse con los representantes del sector bancario, a quienes llenó de piropos, como el recordado: “les estoy agradecido por no haber votado por mi, a los que les estoy agarrando un poco de odio más bien es a los que votaron por mi”; el presidente electo Lenín Moreno invitó a la prensa, o, mejor dicho, a los dueños de la prensa, a degustar un cebiche en el Palacio de Carondelet. La lisonjería a los grupos de poder ya tenía “buena prensa”, pero nada fue recibido con mayor entusiasmo que el compromiso del mandatario de revisar la Ley de Comunicación -ese “oscuro” legado del correísmo- que tanto había afectado la “libertad de expresión”. “Respiren libertad, no hay satisfacción más grande”, les dijo. “Este será el primero de muchos diálogos abiertos con ustedes. Es importante resaltar que la prensa tiene que ser implacable contra la corrupción y tiene que ser la primera en denunciar este tipo de actos”, sentenció. Los rostros sonrientes de personajes como Diego Oquendo, de Radio Visión; Sebastián Corral, de Teleamazonas; Carlos Pérez, de El Universo; Galo Martínez, De Expreso; Carlos Mantilla, de El Comercio, entre otros empresarios de la comunicación quedaron inmortalizados en una foto que deslizaba, prematuramente, toda una declaración de intenciones.

Para ese entonces un tal Andrés Michelena –conocido como el “can Michelena”, en Twitter- ya fungía como flamante gerente de los Medios Públicos, fue el principio del fin… Michelena también acudió a la cita de los “aires de libertad” y dos semanas después despedía a quien escribe estas líneas por atreverse a ejercitar la objeción de conciencia frente a determinados lineamientos editoriales que no estaba dispuesto a consentir, tal como lo hice siempre mientras fui trabajador de Ecuador TV. Quienes me conocen no me dejan mentir. No tuvo Michelena la decencia de transmitirme personalmente sus alegatos; en todo caso, valga esta oportunidad para agradecerle que me haya despedido justo unos días antes de presentar mi renuncia irrevocable al canal, una decisión ampliamente conocida por mis excompañeros. Quienes tuvieron la oportunidad de observar o participar en mi programa de opinión “Mundo al revés”, del que me siento muy orgulloso, sabrán que jamás me refugié en falsas etiquetas como la imparcialidad (¿existe eso?) pero, por si quedaban dudas, me encargué de explicitarlo públicamente en más de una ocasión, sin temor a represalias (porque, francamente, nunca las hubo). Sabrán también que en las múltiples tertulias que moderé siempre privilegié el contrapunto, el intercambio de ideas, la confrontación con fines constructivos, el debate serio y respetuoso. La Televisión Pública era un proyecto en formación que había transitado por algunas etapas; quizá en la última, antes de las des-honras fúnebres, ya se apreciaba un proyecto bastante más maduro, encaminado, con objetivos más claros aún en un contexto de austeridad. Fue Xavier Lasso el Gerente de los Medios Públicos que más hizo por cortar, sanamente y con honestidad intelectual, ese cordón umbilical con el gobierno que gestó la idea y que la parió, valientemente, con voluntad política y visión de Estado.

Hace ya un buen rato que Ecuador perdió a sus Medios Públicos, esto no es cuestión de ahora. Como perdió también la Ley de Comunicación. Hoy, la noticia es que más de 500 trabajadores fueron desvinculados de la empresa como parte de la “optimización de recursos” -clásico eufemismo-, muchos de ellos no han cobrado sueldos hace más de dos meses, pero es tan solo el último capítulo del desangre sostenido que lleva afectando a centenares de familias durante estos tres años, muchas de las cuales aún no gozan de las liquidaciones que por ley les corresponde. El relato oficial, lo mismo que el de la prensa privada, habla de una “transformación” que implica, en primer lugar, deshacerse del 80% de la plantilla de trabajadores -se lo dice rápido, sin desparpajo- porque ya no los necesitan en el nuevo engranaje, es que salen caros. Fue un tema de usar y desechar. La propuesta, según el gerente de turno, es que los Medios Públicos se consoliden como “plurales”, así lo dijo el señor Édison Toro; “queremos mirarnos como la BBC…” ha llegado a sentenciar, el muy entusiasta, en una rueda de prensa, el 24 de julio pasado. Según una nota informativa de El Universo (24/07/20), acaso redactada con una cómplice sonrisa del editor, “después de que los colaboradores de los medios conocieron a través de la rueda de prensa de Toro las decisiones, aplaudieron con el compromiso de dar todo hasta las 17h00, que termina su jornada laboral…”. Esto, yo no me lo creo; porque me cuesta creerlo. Es más, decido que se trata de una mentira, una vulgar mentira. Es que no puede haber tal nivel de sumisión y zalamería dentro de un grupo de trabajadores tan maltratado, humillado y utilizado. Simplemente, no me lo creo.

Yo lo que he visto es un hashtag que se ha hecho tendencia este 4 de agosto en redes sociales: “#MiSueldoMiDerecho”, suscrito por un nutrido segmento de excompañeros de los Medios Públicos, a quienes les expreso, en estas duras circunstancias, toda mi solidaridad. Me sorprende, sí, no puedo dejar de decirlo, la enorme deferencia con la que algunos colegas solicitan sus remuneraciones: “Sin ánimo de politizar” es la frase recurrente que se lee en algunos de los tuits, junto al pedido dirigido a Moreno y a Martínez, el ministro de los tenedores de deuda. ¿Sin animo de politizar? ¿De verdad? Los derechos no se piden, compañeros, se los exige y se los toma; se los reivindica con determinación y frontalidad. No caigan en el juego del buenismo y la corrección política con sus verdugos. ¿No viene siendo la hora de contar, ahora sí, a viva voz, todos los atropellos de los que han sido víctimas en estos tres años? Ya no quedan más cálculos que ejercitar, es el momento de la dignidad, de gritar la verdad sin miedo, de contar cómo han sido estos años de agonía de los otrora Medios Públicos del Ecuador. Ya no hay nada que temer, queridos amigos, han sido ustedes desafortunados testigos de su acelerada destrucción. No nos quedemos simplemente en la exigencia, legítima por supuesto, del pago de un sueldo.

Hoy, ya fuera de los Medios Públicos, son responsables políticos de lo que callan. Si no es ahora el momento de hablar, ¿cuando es? Ha llegado el tiempo de contar la enorme incomodidad que ha supuesto para muchos de ustedes: reporteros, presentadoras, editores, camarógrafos, productores, redactores, asistentes, etc., acatar lineamientos editoriales con los que jamás estuvieron de acuerdo. No es tan solo “#MiSueldoMiDerecho y una liquidación conforme a la ley y no más”, ¡no!, no privaticen el dolor… ¡Salir de esta pesadilla es una responsabilidad de todos! Y la construcción de una voluntad colectiva, de ese bloque histórico que está llamado a recuperar la Patria, ha de poder nutrirse también de la VERDAD de los ex trabajadores de los Medios Públicos. Esos trabajadores que fueron utilizados, en más de una ocasión, para deformar la realidad, para reproducir posverdades y sostener, de esa manera, a un presidente que ha gobernado a espaldas del pueblo. Decir la verdad es un acto revolucionario y hoy, ustedes, compañeros, tienen la obligación moral de hacerlo. No permitan que los ecos de octubre queden en el olvido. Todavía recordamos la patética cobertura que hicieron los Medios Públicos en aquellos aciagos días cuando minimizaban a vandalismo una insurrección popular. No olvidamos las vergonzosas entrevistas que se hicieron en esos medios, propiedad de todos los ecuatorianos, para amplificar las voces intimidatorias de oscuros personajes como Jarrín, Romo, Roldán y un Moreno desencajado ante la falta de texto. No olvidamos cómo se usaron los Medios Públicos para estigmatizar a fuerzas políticas, para sentenciar a legítimos adversarios, para militar en favor del ajuste, para ocultar las negligencias en el manejo de la crisis sanitaria; en definitiva, para ser funcionales, tontos útiles, de un régimen nefasto que ya está en el tacho de basura de la historia. No permitan que los asocien como cómplices de la debacle, porque no lo son. Es la hora de hablar, de trascender de la demanda corporativa, justa y legítima, para sumarse a la construcción del sujeto popular, de esta voluntad colectiva que clama por mejores días. Los necesitamos activados en la lucha, por sus derechos y por los de TODOS. Tenemos una bandera común: la democracia.

¡Volveremos!

Nació el mismo día que Vargas Llosa (28 de marzo), solo que 51 años después y un poco más al norte, a la izquierda, bien a la izquierda, en Guayaquil, Ecuador. Este guayaquileño amante del encebollado con chifle se graduó de abogado (UCSG), pero decidió dejar las leyes y las corbatas, por el micrófono, las cámaras, los jeans cómodos y la mochila. Como comunicador (Ecuador TV, TeleSur), ha ejercido distintas funciones, desde pasar cables y cargar cámaras, hasta escribir libretos, reportear, hacer documentales, presentar informativos, llegando incluso a dirigir un departamento de noticias y conducir un programa de opinión (Mundo al revés) que transmitió la televisión pública de Ecuador hasta que salió “favorecido” en una“optimización de personal por ajuste de presupuestos” … Verduga interrumpe su faceta de comunicador en 2017 para realizar un Máster en "Democracia" (USAL) en el "Reino" de España, sí… tal como lo leen. No contento con sus escasas horas de sueño cursa actualmente un doctorado en Comunicación Política en la Universidad de Salamanca y hace radio en el programa La Pizarra. ¡Orgulloso obrero de La Kolmena desde su fundación!

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